
"De pronto, quiero preguntar quién es
yo; pero advierto que ya no tengo un órgano que me permita formular preguntas; y además temo despertar otra vez esa estúpida voz, y volver a escuchar su sonsonete interminable sobre la piedra y la grasa.
Y entonces me alejo."
Fragmento de
El Golem, de Gustav Meyrink.